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Resistencia antimicrobiana: cuando el problema puede aun ser contenido

23 Noviembre 2017

En 1928 Alexander Fleming descubrió la penicilina, el primer antibiótico para el tratamiento de las infecciones causadas por bacterias. Este descubrimiento marcó un antes y un después en la práctica de la medicina, revolucionando el tratamiento de numerosas enfermedades infecciosas hasta entonces mortales. Sin embargo, y a partir de esta fecha, la producción y el uso masivo de diferentes antibióticos, condicionó el origen de una de las amenazas más importantes para la humanidad y que ha permanecido oculta para la opinión pública, la resistencia antimicrobiana.

¿Qué es la resistencia antimicrobiana? ¿Cómo se genera?

La resistencia antimicrobiana es un proceso biológico natural e inevitable, donde bacterias patógenas sensibles a los antibióticos, se adaptan y se seleccionan como bacterias resistentes, al enfrentar una carga antibiótica permanente, lo que se traduce en fracaso en los tratamientos, persistencia del proceso infeccioso y riesgo de propagación del agente bacteriano entre personas.

La resistencia antimicrobiana ocurre por mutaciones en genes ya existentes o por la adquisición de genes que codifican resistencia desde otro microorganismo resistente, siendo esta última, la estrategia dominante al interior de nuestros hospitales, donde procedimientos médicos invasivos, la cercanía entre pacientes y, particularmente, el uso exagerado de los antibióticos, facilitan y promueven el desarrollo de esta condición. A nivel comunitario, los niveles de resistencia son bastante menores a los descritos en los hospitales, pero malas prácticas como la automedicación, pueden rápidamente modificar este escenario.

¿Cuál es su impacto en la salud y en la vida de las personas? ¿Por qué se ha transformado en un problema global?

Hoy por hoy, nos enfrentamos a una realidad sanitaria tremendamente compleja, ya que algunos tipos de bacterias patógenas causantes de graves infecciones, son resistentes a la mayoría o a la totalidad de los tratamientos antibióticos disponibles. Por culpa de estas “superbacterias” ya mueren unas 700.000 personas al año en el mundo, y de no cambiar la situación, se espera que esta cifra llegue a 10 millones en el año 2050.

De acuerdo a un reciente informe emitido por el Banco Mundial, de mantenerse el incremento en las infecciones resistentes a los antibióticos, éstas impactarán en la economía interna de cada país, en la pobreza y el comercio mundial, en los costos sanitarios y en la producción de los alimentos. La situación se vuelve mucho más preocupante, al ser testigos de la facilidad con que sucede la movilidad de las bacterias y la trasferencia de su resistencia, además del estancamiento en la generación de nuevos antibióticos y el escaso interés de la industria farmacéutica en participar de este desarrollo. 

Es muy importante destacar que la resistencia frente a los antibióticos ha dejado de ser un tema que afecte exclusivamente a las personas al interior de los hospitales, ya que este problema también existe y de manera muy dramática en medicina animal, en producción agrícola y en la industria alimentaria, con prácticas preventivas y terapéuticas que comprometen además, la salud medioambiental.

¿De qué manera es posible enfrentarla? ¿Quiénes pueden ayudar en su contención?

Una de las pocas buenas noticias en todo esto, es que el problema ha pasado del terreno científico, donde llevaba mucho tiempo en debate, al político, con organismos internacionales como Naciones Unidas (ONU), Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que han presionado para que finalmente cada país desarrolle sus propios planes de acción frente a la resistencia antimicrobiana en salud humana, animal y agrícola. Chile ha realizado un esfuerzo muy importante, y ha cumplido este año 2017 con la creación de un Plan de Acción Nacional para manejar la resistencia a los antibióticos, cuyas estrategias centrales son las de mejorar la comprensión pública y la formación profesional en este tema, realizar vigilancia integrada, reducir la incidencia de infecciones hospitalarias, seguir controlando el uso de los antibióticos, y fomentar la investigación científica en este tema.

En hospitales, clínicas y consultorios chilenos, se reconoce y controla desde hace bastante tiempo la resistencia a los antibióticos, y cada vez existe mayor preparación y conciencia para su adecuada contención y reducción, sin embargo, fuera del ambiente hospitalario, poco o nada se conoce del tema y, a pesar de existir una ley que prohíbe la venta de antibióticos sin receta en nuestro país, la automedicación aparece como una práctica recurrente en nuestra sociedad al momento de enfrentar una enfermedad. Se necesita, por lo tanto, dar a conocer este problema a la ciudadanía, fomentar prácticas responsables en el uso de los antibióticos que tenemos, para prolongar su eficacia y disminuir las posibilidades de resistencia, ya que son productos únicos y valiosos, que salvan vidas.

Todos nosotros, personas comunes y corrientes, podemos ser parte de un proceso de contención de la resistencia a los antibióticos en nuestro entorno más cercano, con un impacto real y demostrado, a través de acciones muy simples como tomar antibióticos sólo cuando un profesional de la salud se los recete, finalizar siempre un tratamiento antibiótico, no utilizar antibióticos que han sobrado o han estado almacenados por mucho tiempo, nunca compartir sus antibióticos, nunca comprar antibióticos en lugares no establecidos o a través de internet, prevenir infecciones mediante un buen lavado de manos y de los alimentos, mantener vacunaciones al día y jamás exigir o solicitar antibióticos para el tratamiento de una infección  viral. Son medidas de autocuidado muy fáciles de implementar y tremendamente provechosas, que deben tomarse ya, en este momento, porque no queda mucho tiempo, la velocidad de la resistencia a los antibióticos está superando a la línea de desarrollo de nuevos fármacos, y no se exagera al indicar que de no hacer nada, el problema puede convertirse en la mayor epidemia de los próximos años.   

Dr. Cristian Gustavo Aguilera Rossi
Doctor en Microbiología
Académico Unidad de Microbiología
Facultad de Medicina
Universidad de La Frontera



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