El doctor Fernando Matamala ha sido parte de la historia de la Universidad de La Frontera desde sus inicios. Ingresó a la sede Temuco de la Universidad de Chile en 1976 y se acogió a retiro el 26 de abril de 2024. Hoy, en su condición de profesor ad honorem y de postgrado de neuroanatomía para los becados en psiquiatría y de neuroanatomía funcional para los estudiantes del Mg. en Ciencias mención Morfología, brindó esta entrevista donde sintetiza sus logros académicos y su vida como cirujano dentista, dedicado al área quirúrgica y articulación temporomandibular, como maestro de la Anatomía de la Escuela Paulista de Medicina de la U. Federal de Sao Paulo, pero por sobre todas las cosas, como profesor de Anatomía, la ciencia que ama.

¿Qué ha significado la Universidad de La Frontera para usted?

Me siento muy agradecido de haber trabajado aquí y digo me siento porque, pese a que me jubilé, todavía sigo. He tenido dos objetivos centrales en mi vida: mi profesión con las dimensiones académicas y cargos ejecutivos, y el otro pilar ha sido mi familia: mi esposa, mis hijos y mis nietos. En esos dos pilares me he desarrollado y me siento muy contento porque la semilla que hemos sembrado en estos 48 años ha fructificado y florecido.

Esa semilla que son los estudiantes.

Uno de los logros es transmitir mi experiencia académica y de vida a los alumnos. Ser un aporte significativo a la sociedad porque a través de la educación formamos buenas personas.

Usted tiene 77 años y con un proyecto en curso que es muy moderno.

Aparte de seguir en la docencia que me permite una buena interrelación con los profesionales en el postgrado, tenemos un proyecto de anatomía digital que donde mi principal tarea es la reproducción de disecciones anatómicas en modelos 3D hechos con impresoras lo que nos permite multiplicar los modelos para que los alumnos aprendan la tridimensionalidad que es lo básico en la anatomía ya que hay que aprender el nombre, función y ubicación de las estructuras, lo que le sirve al cirujano y para todas las personas que deben examinar un paciente.

¿Cómo le gustaría que lo recuerden sus estudiantes?

Como una persona que los guio y apoyó en la búsqueda de sus objetivos de vida.

¿Cómo comenzó su camino en la UFRO?

Me correspondió organizar la unidad de Anatomía. En ese tiempo trabajé codo a codo con el director del departamento de la Salud, doctor Plácido Flores, y creamos esta unidad que hoy posee vínculos nacionales e internacionales, con magíster y doctorado. En esa época además recuerdo con aprecio a la profesora Daisy Cabalin y al doctor Wolfgang Reuter. Recuerdo a don Horacio Núñez con quien me unió una amistad profunda, mucha admiración y respeto.

Pero después asumió cargos directivos.

Fui secretario general y miembro de la Junta Directiva durante la rectoría de Heinrich von Baer. En la facultad, trabajé junto al decano Benjamín Stockins con quien formamos la carrera de Odontología y el departamento de Odontología Integral del cual fui su primer director. Organizamos y diseñamos la CODA donde trabajamos con el director del Hospital, Seremi y autoridades del Ministerio de Salud.

Con el decano Eduardo Hebel me correspondió organizar la Coordinación Académica de Recursos Informáticos (CARI) con mucho apoyo de la Facultad. Por otro lado, todo el trabajo odontológico culminó en la creación de la Facultad de Odontología. Guardo un recuerdo muy grato de mis colegas anatomistas, de ciencias básicas y con el director actual del departamento, Nicolás Saavedra.

Doy las gracias a mi alma mater, la Universidad de Concepción, a mi cuna anatómica que fue la Universidad Austral donde recuerdo al catedrático que me formó, el Dr. Hugo Fernández, a la sede Temuco de la U. de Chile, y a la UFRO durante estos 43 años donde puedo decir que la flor principal que ha adornado mi vida son los alumnos. Con los ayudantes he tenido la suerte de hacer grandes cosas en investigación y extensión, y todo lo que he podido avanzar en lo académico ha sido muy enriquecido por mi ejercicio profesional, donde trabajé como desde 1970 hasta el 2016.